Surrealismo: el arte del subconsciente.

Por muchos años los grandes iconos del arte erigieron su fama al representar con gran detalle obras realistas. La fantasía era relegada a historias mitológicas, esotéricas o religiosas propias de nuestras culturas. Solo casos excepcionales como el pintor holandés Jheronimus Bosch (1450-1516) conocido en español como El Bosco o el movimiento simbolista de finales del siglo XIX, que sería un guiño de lo que acontecería en los tiempos venideros.

Soy un efímero y no demasiado descontento ciudadano de una metrópoli considerada moderna porque eludió todo gusto conocido en el amoblamiento y en el exterior de las casas así como en el trazado de la ciudad. Aquí no podríais distinguir las huellas de ningún monumento de superstición. ¡La moral y la lengua, en fin, están reducidas a su más simple expresión! Estos millones de seres que no necesitan conocerse llevan tan pareja la educación, el oficio y la vejez que el curso de sus vidas debe ser varias veces menor del que establece una loca estadística para los pueblos del continente. Hasta qué punto, desde mi ventana, veo nuevos espectros girando a través del espeso y eterno humo del carbón, – ¡nuestra sombra de los bosques, nuestra noche de estío! – nuevas Erinias frente mi casita de campo, que es mi patria y todo mi corazón, ya que todo aquí se parece a esto, – la Muerte sin lágrimas, nuestra activa hija y servidora, un amor desesperado, y un bonito crimen lloriqueando en el barro de la calle.

Ciudad/Arthur Rimbaud. Representante del simbolismo francés.

Pero los cambios acelerados del pensamiento debido a la revolución científica y social en occidente solo se intensificarían con el arribo del siglo XX. Esa actitud de liberación se ve reflejada en todos los ámbitos de la vida y los estudios de Freud, el desarrollo del psicoanálisis y la adopción generalizada de términos como el subconsciente cambiarían la forma de ver el mundo y de hacer arte.

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Hieronymus Bosch(El bosco)/El jardin de las delicias.

Lo que expresamos en nuestra vida diaria es solo un pequeño cúmulo de la inmensa información que guardamos en nuestro interior, esa misma que filtramos y editamos constantemente. Pero no sería hasta el desarrollo del surrealismo y su evolución que cambiaría definitivamente la perspectiva del arte, realizando un cambio “copernicano” donde en vez de enfocarse en lo externo se trata de exteriorizar aquello que está en el interior del artista, sus mundos internos, sueños e impulsos.

Luego del auge del dadaísmo y el psicoanálisis surge el surrealismo de la mano del escritor francés André Breton, quien en los inicios sería su principal figura y promotor, dejando como legado un variado número de obras de las que destaca su Manifiesto surrealista donde siembra las bases y los parámetros para el desarrollo del movimiento.

“No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la imaginación”.

André Breton/ Primer manifiesto surrealista

Pero lo que comenzó solo como una corriente literaria se iría expandiendo a todas las manifestaciones y siendo, probablemente, su más famoso representante el pintor español Salvador Dalí quien además participaría en la elaboración, junto con el director de cine también hispano Luis Buñuel, del cortometraje Un perro andaluz creando un precedente para el surrealismo en el cine que lanzaría a Buñuel a una larga y prolífica carrera como el más famoso cineasta surrealista, con grandes obras como El discreto encanto de la burguesía o la cinta mexicana Viridiana.

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Marx Ernst/El vestido de la novia.

El arte es aflorar lo que se siente, representando el mundo de quien lo exprese, y hay tantos mundos como cabezas en esta tierra. En nuestros días el surrealismo va más allá de lo escrito en un manifiesto, dejando ser y sentir al gusto del autor. Muchos  artistas y escritores se resisten a identificarse como surrealistas pero, más allá de las etiquetas, es clara su influencia directa o indirecta y la creación de una obra alejada del realismo. Un claro ejemplo de ello es el cineasta David Lynch que, aunque rechaza el apelativo, resulta difícil no identificarlo como surrealista.

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Eraserhead/ David Lynch

En el arte, como en la vida, el cambio es una constante, estaremos atentos a lo nuevo y voltearemos admirados a ver las obras del pasado.

 

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