Demian: o el psicoanálisis de C.G.Jung en la obra de Hesse

El psicoanálisis y, más específicamente, la corriente desarrollada por Carl Gustav Jung, fue de gran influencia en el trabajo de Hermann Hesse. Sin embargo, en un libro en específico se nota con mayor claridad y no es para menos si tomamos en cuenta que, al momento en el que escribía Demian, Hesse pasaba largos períodos analizándose con el Dr.  J. B. Lang, discípulo de Jung por el cual se llegarían a conocer más adelante.

Para 1916 Hesse sufre una crisis emocional que lo lleva a tener extensas sesiones psicoanalíticas con Lang, las cuales sumarían más de doscientas horas de terapia, esto produjo que el escritor hiciera consciente muchas de las emociones que lo turbaban. Pero esta no sería la última vez que Hesse necesitaría de ayuda profesional para manejar sus problemas y para el otoño de 1917 conoce en personal a Carl G. Jung, del que llegaría a escribir.

 «Con Jung estoy viviendo ahora, en medio de una difícil situación de mi vida que con frecuencia apenas puedo soportar, la conmoción del análisis… Llega hasta el tuétano y duele. Pero anima… Solo puedo decir que el Dr. Jung lleva mi análisis con extraordinaria seguridad, incluso con genialidad.»

Finalmente se encontrarían por un período más largo en Suiza, donde Jung le realiza terapias a Hesse por varias semanas luego del inminente fracaso en el matrimonio del poeta quien, además, estaba sumido en una crisis creativa.

En Demian se relatan los primeros años de Emil Sinclairs y los misteriosos personajes que van apareciendo a lo largo de su juventud. Pero estos vendrán a simbolizar muchas de las teorías y arquetipos psicoanalíticos desarrollados por Jung. Un ejemplo es el caso de Kromer, quien le demuestra a Sinclairs que no todo en él es tan puro o luminoso como cree y lo introduce de forma violenta a aquel mundo sórdido del que había estado protegido. Kromer sería el arquetipo de la “sombra” con la que el joven debe luchar.

Luego aparece Demian, el personaje clave que le muestra al joven Sinclairs el camino hacia sí mismo, o como lo llamaría Carl Jung la “Individuación”.

“Individuación significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno mismo. Por ello se podría traducir individuación también por mismación o autorrealización.”

C.G. Jung

Otro punto claramente psicoanalítico es el autoconocimiento a través de la exploración del subconsciente. Para ello Sinclairs utiliza diversos métodos, el primero de ellos es la pintura. Comienza como una forma de retratar a Beatrice, la chica de la que está enamorado, pero al no recordarla, lo hace como él mismo la imagina y, finalmente, realiza un dibujo libre. El resultado que obtiene es una pintura que viene de su interior y que refleja a Beatrice, a Demian y a sí mismo, porque todos están en su interior y también lo conforman.

Y así aparece en la historia Pistorius, quien sería el arquetipo de “mentor” y que lo lleva a conocerse aún mejor, dotándolo de nuevas herramientas como la meditación. En un punto del libro Pistorius le dice a Sinclairs:

“Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual o diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas.”

En este punto es clara la analogía al inconsciente colectivo de Jung. Esto se hace palpable en el último capítulo cuando todos sienten dentro de sí el fuego de un cambio inminente y la idea de la guerra se levanta como pólvora en la sociedad, llevando incluso a que Demian y Sinclairs se alistan en el ejército.

La obra de Hesse es extensa y llena de elemento que van desde filosofía oriental, occidental e incluso la teología. El psicoanálisis Jungiano es solo una influencia más dentro del imaginario de ese espíritu inquieto y, aunque en Demian se palpa mejor estos elementos, la prosa de Hesse la convierte en algo único y completamente personal.

“Su libro causó en mí, lo que la luz de un faro en una noche de tormenta. Su libro tiene el mejor final posible, y es allí, en donde todo lo anticipado tiene también en la realidad un final, y todo de nuevo comienza, esto es, con lo que el libro comienza, con el nacimiento y el crecimiento de una nueva persona.

C.G.Jung 

 

Películas de ciencia ficción inspiradas en la literatura

Desde su invención el cine ha tenido una estrecha relación con la literatura y, sin duda, esta combinación nos ha regalado montones de obras maestras. Pero la ayuda es recíproca ya que, al llegar generalmente a una mayor cantidad de espectadores, el cine ha hecho que las obras literarias se abran a un público mucho más amplio y continúen siendo redescubiertos por nuevas generaciones. Y como la ciencia ficción no podía ser una excepción acá les dejo solo algunos ejemplos de colaboraciones entre el cine y la literatura Sci-Fi.

La naranja mecánica

Autor del libro: Anthony Burgess(1962)

Director de la película: Stanley Kubrick(1971)

Esta distopía se ha vuelto todo un clásico moderno por partida doble. La historia comienza con un tono divertido, pero se va tornando oscura y retorcida al irse desarrollando. No obstante, si te gustó la película no puedes dejar de leer el libro que, además de tener un final diferente (a Burgess no le hizo mucha gracia el cambio que realizara Kubrick en la película) leer la historia original es todo un placer. Una de las mayores ventajas del libro es que te da la oportunidad de familiarizarte con el idioma Nadsat que inventara el autor y que se utiliza constantemente tanto en la obra literaria como en la audiovisual. En el libro se hace mucho más fácil entender el idioma porque, además de poder leerlo a tu ritmo, viene con un pequeño diccionario Nadsat que te permite entender con mayor detalle ambas obras. Si viste la película y no has leído el libro ¡hazlo! Es corto y realmente divertido.

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Blade Runner/ ¿sueñan los androides con ovejas eléctricas?

Director de la película: Ridley Scott (1982)

Autor del libro: Philip K. Dick (1968)

La prolífica obra de Philip K. Dick ha inspirado al séptimo arte en incontables ocasiones, en algunos casos con mayor acierto que en otras, y es que los temas que el estadounidenses aborda en sus relatos son tan diversos como escabrosos. En esta adaptación cinematográfica mucho se ha modificado de la historia original (con solo ver los títulos se puede notar bastante bien este aspecto) y aunque la película es todo un icono Sci-Fi, deja de lado mucha de la complejidad de la obra de Dick que abarca temas como su recurrente paranoia, la fe, la religión, la fertilidad, etc. Este es uno de los casos en los que, a pesar de que la cinta es excelente, se queda corta en abarcar la obra literaria. Pero ¿cómo se podría adaptar fielmente una obra que escudriña la mente de un hombre tan atormentado como Dick? Sin duda hay que disfrutar de ambos trabajos y entender que tienen limitaciones propias del campo en los que se desarrollan.

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Contacto

Director de la película:  Robert Zemeckis (1997)

Autor del libro: Carl Sagan (1985)

El empeño de Sagan en dar a conocer los adelantos científicos lo llevó a ser uno de sus más grandes divulgadores de la historia a través de diversos medios que van desde programas de televisión, libros científicos, ensayos e incluso novelas, como es el caso de Contacto. La historia de la Dr. Eleanor “Ellie” Arroway y su empeño en encontrar alguna señal de vida inteligente fuera de la tierra la conduce a realizar una hazaña que cambiará la historia de la humanidad, llevándola a tener el primer contacto entre una raza extraterrestre y la especie humana. Los temas recurrentes en la obra de Sagan se trasladan a la cinta que abre el debate sobre el rol de las personas en el universo, el tabú científico sobre la búsqueda de vida fuera de la tierra, el método científico como guía moral, la fe y el escepticismo.

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Charlie y la fábrica de chocolate

Director de la película: Tim Burton (2005)

Autor del libro: Roald Dahl  (1964)

Parece que Roald Dahl no deja de ser un excelente aliado del cine, que se inspira una y otra vez en sus libros. Centrándonos, en este caso, en la segunda adaptación de Charlie y la fábrica de chocolate esta divertida obra infantil entretiene tanto a jóvenes como adultos. Burton sería solo un poco más fiel a la historia original (a pesar de que el propio Dahl trabajó en el guion de la película de 1971 no quedó contento con el resultado y los cambios que realizaron a su obra) además de que Burton la dota con algunos elementos característicos de su trabajo. Charlie y la fábrica de chocolate es una historia de fantasía pero todos hemos soñado con los inusitados descubrimientos científicos de los que eran capaces de realizar dentro de la delirante chocolatera. Permiso, voy a buscar alguna barra de chocolate ¡no se puede evitar!

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2001: odisea del espacio/ El Centinela

Director de la película: Stanley Kubrick (1968)

Autor del relato: Arthur C. Clarke (1948)

El centinela es un relato bastante corto del inquieto Clarke, empeñado siempre en abordar los temas más profundos de la humanidad, quien se uniría al icónico Kubrick para crear una de las obras audiovisuales más relevantes de la historia. Entre ambos escribirían el guion basado en el cuento de Clarke pero alargándolo y llevándolo a un nivel de complejidad mucho más amplio al tener la oportunidad de tocar otros temas que en el relato corto no estaban presente. Si has visto la película y eres uno de sus incontables admiradores no puedes dejar de leer El centinela que, además de tener la maestría del trabajo de Arthur C. Clarke, no te tomará más que unos instantes. Lo cierto es que la película cuenta una historia bastante diferente, pero el famoso e inquietante monolito en forma piramidal sigue siendo la pieza clave en ambos casos.

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El hombre bicentenario

Director de la película: Chris Columbus (1999)

Autor del relato: Isaac Asimov (1976)

El célebre relato perteneciente a la serie de los robots del maestro del Sci-Fi Isaac Asimov vio la luz en la pantalla grande cuando el planeta esperaba con expectativa la entrada del nuevo milenio y los cambios que traería. Uno de ellos era la llegada de los robots y cómo nos cambiaría la vida en la forma como la conocemos hasta ahora. El tema del apego a estos aparatos y cómo se irán desarrollando hasta el punto en el que se va desdibujando la línea que separan los robots de las personas son los temas centrales de ambas obras. Robin Williams encarna a ese robot que lucharía hasta el final por ser considerado un humano más y que, como en todo su trabajo, terminaría robándonos el corazón.

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A.I. Inteligencia artificial/  Los superjuguetes duran todo el verano 

Director de la película: Steven Spielberg (2001)

Autor del relato: Brian Aldiss (1969)

La película, que sería dirigida originalmente por Stanley Kubrick, cuenta la historia de una pareja con deseos de tener un nuevo hijo pero que, al verse imposibilitados, se deben conformar con tener un robot con apariencia de niño, diseñado para “sentir” amor por sus dueños a los que ve como sus padres. La familia, fertilidad, superpoblación, soledad y la inteligencia artificial son algunos de los temas a tratar. Basada en el relato de Aldiss solo en su primera parte, la película también incorpora elementos de Pinocho y su deseo de dejar de ser solo un muñeco (en este caso un robot) y convertirse en un niño de carne y hueso. Al final Kubrick sería acreditado como productor de la película que se estrenaría de manera póstuma.

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Una mirada a la oscuridad

Director de la película: Richard Linklater (2006)

Autor del libro: Philip K. Dick (1977)

Una de las adaptaciones que sigue con mayor fidelidad al libro en la lista es Una mirada a la oscuridad, donde se muestran las paranoias de Dick en su máximo esplendor. La historia tiene tintes autobiográficos, relatando el abuso de drogas en los que había caído Philip K. Dick luego de que su esposa lo abandonara y comenzara a llenar su casa con gente desconocida (y drogadicta). La película cuenta con excelentes actores, desarrollando los delirios y la drogadicción del escritor de forma muy interesante al ser grabada en digital y, posteriormente, animada con la técnica del rotoscopiado.

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Surrealismo: el arte del subconsciente.

Por muchos años los grandes iconos del arte erigieron su fama al representar con gran detalle obras realistas. La fantasía era relegada a historias mitológicas, esotéricas o religiosas propias de nuestras culturas. Solo casos excepcionales como el pintor holandés Jheronimus Bosch (1450-1516) conocido en español como El Bosco o el movimiento simbolista de finales del siglo XIX, que sería un guiño de lo que acontecería en los tiempos venideros.

Soy un efímero y no demasiado descontento ciudadano de una metrópoli considerada moderna porque eludió todo gusto conocido en el amoblamiento y en el exterior de las casas así como en el trazado de la ciudad. Aquí no podríais distinguir las huellas de ningún monumento de superstición. ¡La moral y la lengua, en fin, están reducidas a su más simple expresión! Estos millones de seres que no necesitan conocerse llevan tan pareja la educación, el oficio y la vejez que el curso de sus vidas debe ser varias veces menor del que establece una loca estadística para los pueblos del continente. Hasta qué punto, desde mi ventana, veo nuevos espectros girando a través del espeso y eterno humo del carbón, – ¡nuestra sombra de los bosques, nuestra noche de estío! – nuevas Erinias frente mi casita de campo, que es mi patria y todo mi corazón, ya que todo aquí se parece a esto, – la Muerte sin lágrimas, nuestra activa hija y servidora, un amor desesperado, y un bonito crimen lloriqueando en el barro de la calle.

Ciudad/Arthur Rimbaud. Representante del simbolismo francés.

Pero los cambios acelerados del pensamiento debido a la revolución científica y social en occidente solo se intensificarían con el arribo del siglo XX. Esa actitud de liberación se ve reflejada en todos los ámbitos de la vida y los estudios de Freud, el desarrollo del psicoanálisis y la adopción generalizada de términos como el subconsciente cambiarían la forma de ver el mundo y de hacer arte.

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Hieronymus Bosch(El bosco)/El jardin de las delicias.

Lo que expresamos en nuestra vida diaria es solo un pequeño cúmulo de la inmensa información que guardamos en nuestro interior, esa misma que filtramos y editamos constantemente. Pero no sería hasta el desarrollo del surrealismo y su evolución que cambiaría definitivamente la perspectiva del arte, realizando un cambio “copernicano” donde en vez de enfocarse en lo externo se trata de exteriorizar aquello que está en el interior del artista, sus mundos internos, sueños e impulsos.

Luego del auge del dadaísmo y el psicoanálisis surge el surrealismo de la mano del escritor francés André Breton, quien en los inicios sería su principal figura y promotor, dejando como legado un variado número de obras de las que destaca su Manifiesto surrealista donde siembra las bases y los parámetros para el desarrollo del movimiento.

“No ha de ser el miedo a la locura el que nos obligue a poner a media asta la bandera de la imaginación”.

André Breton/ Primer manifiesto surrealista

Pero lo que comenzó solo como una corriente literaria se iría expandiendo a todas las manifestaciones y siendo, probablemente, su más famoso representante el pintor español Salvador Dalí quien además participaría en la elaboración, junto con el director de cine también hispano Luis Buñuel, del cortometraje Un perro andaluz creando un precedente para el surrealismo en el cine que lanzaría a Buñuel a una larga y prolífica carrera como el más famoso cineasta surrealista, con grandes obras como El discreto encanto de la burguesía o la cinta mexicana Viridiana.

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Marx Ernst/El vestido de la novia.

El arte es aflorar lo que se siente, representando el mundo de quien lo exprese, y hay tantos mundos como cabezas en esta tierra. En nuestros días el surrealismo va más allá de lo escrito en un manifiesto, dejando ser y sentir al gusto del autor. Muchos  artistas y escritores se resisten a identificarse como surrealistas pero, más allá de las etiquetas, es clara su influencia directa o indirecta y la creación de una obra alejada del realismo. Un claro ejemplo de ello es el cineasta David Lynch que, aunque rechaza el apelativo, resulta difícil no identificarlo como surrealista.

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Eraserhead/ David Lynch

En el arte, como en la vida, el cambio es una constante, estaremos atentos a lo nuevo y voltearemos admirados a ver las obras del pasado.

 

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